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martes, 20 de agosto de 2019

Pequeños bocados de Francia: la Alsacia


La cocina alsaciana tiene su base en la tradición culinaria germánica, vecina a escasos metros de su frontera con la propia capital, Estrasburgo.

Hasta ahí nos trasladamos hace unos días en un viaje que bien nos ha permitido adentrarnos en las costumbres bávaras, de la Selva Negra y de la misma Alsacia, todo un placer para los amantes de la naturaleza y la gastronomía. ¡Como nosotros mismos!

Tras recorrer las calles, galerías, biergartens y cafeterías de Múnich, visitar los  esplendorosos castillos de Baviera, y perdernos por los bosques profundos de la Selva Negra, le tocó el turno a Estrasburgo, ciudad que nos dejó boquiabiertos y con ganas de volver muy pronto.


Pese a su gran interés turístico actual por ser la sede de diferentes organismos europeos de relevancia, así como popular por sus mercados navideños, Estrasburgo y todo el conjunto que forma la Alsacia, es un completo deleite para los sentidos que merece ser visitado y resaltado en cualquier guía por el país galo.

Su cocina es particular, aunque basada en la carne, principalmente de cerdo, no faltan los quesos, los pescados, y la tarte flambée o flammekueche. Aunque una de sus aportaciones gastronómicas más populares bien podría ser el choucroute.

Para degustar sus mejores platos, no hay nada como probarlos en todos en un formato pequeño, y para ello, nos dirigimos al Restaurant Les Chauvins Père & Fils, donde encontramos, además de un trato excelente, lo mejor de la zona en un formato peculiar, que ellos denominaban "tapas alsacianas".



Capuccino de tomate y rilletes


Quiche de queso de cabra de la zona


Flammekueche o tarte flambée

El restaurante, situado en la 3 Rue du Faisan, es regentado por un padre y sus 2 hijos, los que cuidan con mimo y esmero cada detalle desde que se abren sus puertas.

Gracias a que toda la Alsacia está dotada de una gran riqueza agraria y ganadera, esto mismo supone uno de los pilares principales de la gastronomía, la calidad de los productos del terruño, algunos de ellos de gran prestigio internacional, como sus vinos de denominación o sus cervezas artesanas, o las aguas naturales de los manantiales de los Vosgos, que se abren paso entre los viñedos. Pero también los productos locales como frutas y verduras, carnes y embutidos, o pescados, son de una enorme calidad. 




No dejemos atrás el dulce... Su repostería característica va  del kugelhof y los pain d'épices hasta los ya clásicos bollos franceses que conocemos de sobra, en este caso, llevados a una calidad exquisita.


Cabe resaltar, que sólo por sus vinos, ya merece la pena la visita. Bajo la denominación general de Vins d'Alsace, la zona congrega una gran variedad de cultivos de uva que dan lugar a vinos con una fuerte personalidad. 

Aunque son mayoritariamente blancos, fruto de las uvas de las variedades Riesling, Sylvaner o Gewürztraminer, elaborados mediante el método champañés (méthode champenoise) y protegidos con la AOC Crémant d'Alsace, los tintos basados en Pinot Noir no tienen nada que envidiarles.
Además, sus viñedos son visitables caminando o dando un paseo en bici. Hay rutas de senderismo cortas, y otras más largas, que conectan pueblos de la zona en las que incluso, con suerte, se puede disfrutar de alguna degustación.



Como su vecina Alemania, la Alsacia es también la mayor productora de cerveza de Francia, con numerosas brasseries o fábricas productoras localizadas en torno al área de Estrasburgo, Molsheim y Obernai. Pueblos estos de obligada visita, como Colmar, una de las referencias de la zona en cuanto a turismo y gastronomía.


Aunque también son muy afamados los licores y aguardientes de cerezas y otras frutas, parece ser que están en cierto declive, ya que la producción casera local se está viendo perjudicada.


¡Nos vemos en la próxima entrada!
Noemí

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