Buscar este blog

miércoles, 12 de marzo de 2014

¿Y tú, qué café eres?

Buenos días cafeteros, os dejo un post especial con parte del final del último libro que me ha conquistado; leedlo y, si os gusta, más abajo sabréis de qué libro se trata... 

“Parece sencillo, pero es lo más difícil del mundo. El café es un microcosmos, una Divina Comedia para ser leída en treinta segundos, un calidoscopio sensorial. Como la personalidad de un hombre, el café puede ser clasificado por comodidad o diversión en diferentes categorías, cada una con su propio nombre, pero la verdad es que, en el fondo, cada taza singular es una historia en sí misma. Hay una coherencia perfecta que hace de estos elementos, unidos entre sí por metonimia, un conjunto solidario: el bar, como el café en la tacita (y también el grano del que se deriva, si bien se mira, pero probablemente lo mejor sea mantener los pies en el suelo), como el ser humano, reúne en sí muchos elementos diferentes y contrastantes, pero hace que su unión sea perfectamente natural. Infinitos y multiformes son los seres humanos, en definitiva, pero viendo que todos los caminos llevan al bar (o al menos pasan por un bar) es fundamental que todo el mundo pueda encontrar el café justo.


Espresso: es el café italiano por excelencia, obtenido por el tueste y molienda de la variedad arábica. Debe ser servido en una tacita de porcelana que esté hirviendo para exaltar el cuerpo, el aroma y la crema (con unos milímetros de espesor y de un color entre almendrado y rojizo). El café espresso es para el hombre o la mujer que no deben pedir nunca, representa la fuerza, la voluntad de enfrentarse al día de cara, sin miedo, dando la impresión de saber lo que quieres de la vida. Quien lo toma con azúcar revela una necesidad fugaz de afecto, mientras que los duros de verdad lo toman amargo y lo beben de un trago, escondiendo la quemadura detrás de la máscara habitual de Clint Eastwood.


Cortado: se prepara añadiendo al café espresso unas gotas de leche fría o caliente. Expresa la indecisión, algo así como un quiero, pero no puedo, sueño con lanzarme de un avión en pleno vuelo para experimentar la ebriedad liberatoria del vacío, pero no lo voy a hacer nunca porque tengo demasiado miedo a que el paracaídas no se abra. Quien lo toma, en el fondo, de buena gana pediría un cappuccino, pero tal vez no tiene tiempo o no quiere gastar más.


Carajillo: se obtiene añadiéndole al café espresso una corrección con un chorrito de licor con un alto contenido alcohólico. Los más adecuados son la sambuca, el anís, el brandy o la grappa. Una de cal y una de arena. Por regla general, se toma más que nada porque uno quiere beber algo, pero es demasiado pronto, por lo tanto el café es solo una excusa para hacer que la cosa sea más respetable. Mérito no menor. Además, la cafeína nos permite caminar recto hasta la parada de autobús, aunque la mente ya haya empezado a soñar y las transeúntes desconocidas nos parezcan por un momento más próximas.


Café con hielo: se vierte un café espresso con dos cubitos de hielo en un vaso y se remueve con una cucharilla larga. Para los que sueñan con una hamaca a cada paso, con la cabeza ya de vacaciones y les parece casi sentir la brisa del mar en su piel quemada por el sol.


Marroquí: en vaso de cristal. Se cubre el fondo con cacao, se llena hasta la mitad de espuma de leche y se completa con un espresso. Para los que creen que el descubrimiento de América es el acontecimiento más importante de la historia. Para las personas a las que les gusta dar a sus papilas gustativas una descarga eléctrica con un desfibrilador natural, donde la amargura del cacao se combina con el aroma del café, generando una sonrisa que le acompañará durante el resto del día.


Con avellanas: en un vasito helado se pone una buena cucharada de crema de avellanas, una gota de crema de café y, para terminar, un espresso humeante. Adecuado para los amantes de los colores pastel, que sueñan con pasear a lo largo del Sena, en una noche de verano, y piensan que un café siempre es un momento para recordar.


Corto: se trata de un espresso más corto y concentrado. Para los que aman las esencias y la esencialidad, para los que prefieren utilizar aceites en lugar de perfumes, para los que creen en los instantes fugaces, para los que quieren llevarse a la boca el sabor incandescente de un grano y se horrorizan ante la idea de beber un vaso de agua después de haber probado el café, para los que saben que son fuertes y decididos, y antes de ir a la caja dicen: «¡Tócala otra vez, Sam!»


Espumoso: tacita hirviendo, café espresso, dos pequeñas nubes de espuma de leche servidas con gracia, casi hasta formar una colina de los Campos Elíseos. Para los que son dulces y un poco salados, para los que lo quieren todo y deprisa, para los que están convencidos de que se puede amar a dos personas al mismo tiempo, para los que viajan con las luces apagadas en la noche para llegar desde la piel hasta el corazón.

Sin duda, el café de la que les escribe... 


Café americano: se coge una taza de cappuccino, se vierte en ella un espresso un poco largo y se añade agua caliente. Para los amantes de la noche antes de los exámenes, las pausas largas, el amanecer de pie delante de la ventana de la cocina, las puestas de sol otoñales de Vermont, sentados en una mecedora en el patio de una casa de campo, el calor de la taza de colores con la inscripción «I Love NY» que sostienen en sus manos mientras soplan sobre el café hirviendo. Para los que saborean la vida trago a trago y sueñan con un amor que quema el alma como la voz cansina de Johnny Cash en «Walk the line».


Café con Nutella: se llena con Nutella el fondo de una tacita y se extiende una franja que sube hasta el borde, donde se posarán los labios del afortunado sommelier. Luego se llena de café y se añade una pizca de azúcar glass sobre la Nutella visiblePara los que aman las cosas prohibidas y si cierran los ojos por un instante vuelven a ser el niño que de noche afrontaba con valentía el oscuro pasillo y el comedor lleno de fantasmas, haciendo equilibrios sobre un taburete en la cocina, de puntillas, temblando en el esfuerzo para alcanzar el frasco de cristal en la parte superior del aparador. Y luego, sentado con las piernas cruzadas debajo de la mesa, hundía la cucharilla y se la metía en la boca cerrando los ojos, justo como tú lo haces ahora con esa tacita en la mano.


Cappuccino: cruz y bendición del barman novato, está atado con doble nudo al arte de levantar una espuma de leche hermosa y abundante. El secreto es que la leche esté bien fría, que la jarra de metal no esté demasiado llena, que el tubito del vapor se sumerja en el lugar apropiado, ni mucho, de lo contrario la leche se calienta y nada más, ni poco, de lo contrario la leche salpica por todas partes. Simplemente hay que encontrar el punto correcto y ya está: se gira la válvula y el vapor estridente producirá la espuma perfecta. Luego se añade la espuma al café en una taza grande preparada mientras tanto. Algunos dicen que el cappuccino es mujer, pero también lo toman muchos hombres. El cappuccino, en realidad, significa cuidar de uno mismo, detenerse por un momento, escaparse a un mundo de fantasía y permanecer allí hasta que se elimine con la servilleta la inevitable manchita encima de la boca, que en ocasiones también afecta la nariz.
En una primera versión había escrito nerviosamente junto a la voz cappuccino: si tomáis cappuccino os habéis equivocado de libro. Pero luego me di cuenta de que, en el fondo, el café funciona como el amor. A lo mejor uno no ha encontrado todavía a la persona adecuada, o bien la ha perdido por el camino y ahora está bloqueado por el miedo, o bien indeciso, o tal vez tan solo cansado, pero en el fondo la verdad es una sola: el amor existe, incluso cuando no se tiene.
Así, incluso los que no toman café pueden disfrutar de sus efectos en las demás personas, en la energía positiva y en el inconfundible aroma que llena el aire de las mañanas italianas.”


Pasaje de: Galdino, Diego. “El primer café de la mañana.” 
Vía www.papyrefb2.net. iBooks. 
Material protegido por copyright.

No hay comentarios:

Publicar un comentario