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martes, 14 de enero de 2014

Ciudades para comérselas. Plasencia, Santiago de Compostela, y Oviedo

¡Buenas tardes amigos lectores y gastrónomos!

Ayer una poesía me evocó la entrada de esta semana:

Escucha...

¿En qué otro mundo de cerezas raras
oí tu voz? ¿En qué planeta lento
de bronces y de nieve, vi tus ojos
hace un millón de siglos? ¿Dónde estabas?
Fuiste agua hace mil años.
Yo era raíz de rosa, y me regabas...
Fuiste campana de Pagosa, yo era
nervio del ojo que miró a tu bronce.
Nos hemos perseguido
alma con alma, atravesando cuerpos
peregrinos de venas y latidos,
por pieles de animales, por estambres,
escamas, esqueletos cortezas;
por mil cuerpos y sangres diferentes,
alma con alma, cincelando torres
de espíritu con lágrima y sonrisa...
Cui - Pui - Sing. Agustín de Foxá

Para los que sentimos la gastronomía como un arte, comer se convierte en un auténtico placer, incluso cuando viajamos vamos buscando disfrutar, en conjunto con los nuevos paisajes que se abren ante nuestros ojos, de nuevas oleadas de sabores y texturas en nuestro paladar. En definitiva, el placer de comer...
 

Esta composición, en primer lugar, se trata de una de las opciones que ofrece Plasencia, preciosa, aunque quizás algo desconocida, ciudad que se encuentra a unos 340kms (3h45min aproximadamente), donde merece la pena desplazarse para disfrutar de su encanto y dejarse llevar por su singular mesa, especializada en chacinas y quesos. Además, ofrece una variedad de vino comúnmente conocido, el "vino de pitarra" que acompaña perfectamente tentempiés y almuerzos en cualquiera de sus plazas.
Uno de sus locales más famosos, "La Pitarra del gordo", es un imprescindible de la ruta placentina.




Otra de las ciudades que mejor combinación puede ofrecernos en cuanto a turismo y gastronomía es Santiago de Compostela. Internacionalmente conocida por las peregrinaciones al Santo Sepulcro del Apóstol Santiago, la ciudad es un referente también a la hora de degustar sus productos típicos como el marisco, el pulpo, la empanada gallega, la tarta de Santiago o sus tradicionales vinos como el Ribeiro, curiosamente servido en vasijas y no en copa, como es costumbre en una de las mejores tascas de Santiago, "El gato negro".
 


Por último, una de las regiones más atractivas para los que somos de buen comer es Asturias. Oviedo, con su calle Gascona, famosa por las numerosas sidrerías, o Cangas de Onís, situada en plena montaña en la misma bajada de Covadonga, suponen unos enclaves perfectos para sentarse a disfrutar del paisaje a la vez que de una buena sidra y unas clásicas fabes a la asturiana o con almejas, unos quesos o un chorizo a la sidra

Citando también a Jardiel Poncela, "Vivir es estar siempre de viaje..." Y, ¿porqué no de ruta gastronómica?

Feliz martes,

Noemí Ojeda

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